


Nosotros asumimos el carisma del agradecimiento como algo dirigido a nosotros mismos y como algo que debemos proclamar ante los demás. Queremos amar a Dios y queremos hacerle amar. Queremos proclamar ante todos que Dios es amor, pero también que Dios tiene derechos y que el primero de esos derechos es el de ser amado por aquellos a los que Él ha salvado. Queremos, por lo tanto, levantar la bandera de los derechos de Dios, lo cual es urgentísimo en una época en la que sólo se habla de “derechos humanos” y se olvida incluso que esos derechos no pueden cumplirse si no se respetan los derechos de los demás hombres, o lo que es lo mismo, si no se tiene en cuenta que además de derechos el ser humano tiene obligaciones. El primer deber de los hombres –al menos de los creyentes- será para con el Dios que le ha creado y redimido. Ese deber, que nosotros sentimos la llamada a recordar, va a ser la base del cumplimiento de las restantes obligaciones. Respetando los derechos de Dios, cumpliendo los deberes para con Él, se respetarán los derechos de los otros hombres y se cumplirán los propios deberes.
Nuestra misión, por lo tanto, es ante todo espiritual: ayudar a los hombres a que descubran que tienen el deber de amar al Dios que les ama y que ese deber es la base de su relación con Él. Que pueden acudir a Dios a pedir, pero que ante todo deben acudir a agradecer. Así colaboramos a hacer frente a este secularismo que nos envuelve y que pretende quitar a Dios del corazón de los hombres y de la vida pública.
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Sé valiente, ten ánimo.
